Un pescado anecdótico
A Juan Pablo y Mike, que me enseñaron a no pescar. El abuelo pescaba. Tenía el ceño fruncido de aquel que está profundamente concentrado en su labor; el brazo tenso, esperando el inminente tirón; su mirada perdida, de aquel que adivina las formas esquivas ocultas bajo el espejo de agua matutino. Era de las pocas cosas que realmente apasionaban al abuelo. De a poco había ido dejando de tocar el piano y de leer sus largas novelas históricas, a medida que su oído y su vista lo abandonaban, pero se iba a necesitar mucho más para que dejara de pescar. La mosca había sido su compañía desde chico, y de cuando en cuando podíamos probar su experiencia, rosada y al limón. Me gustaba sentarme cerca del abuelo mientras pescaba. A veces arrancaba con un monólogo que guardaba viejos consejos y sabiduría, era como escuchar aquellas introducciones recitadas de los viejos tangos. - "Sabés que estaba pensando... a veces la gente no comprende lo que significa pescar. Hoy en día ya no es necesida...