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Mostrando las entradas de 2012

Termopolítica

Viajando en el tren a la tarde, hasta los pensamientos parecen derretirse. La gente se queja, en voz alta, en voz baja, pero algunos son más originales que otros: "Hoy estoy enojado. Y sí, pecaré de no-originalidad, pero estoy muy enojado. ¿Por qué estoy enojado? Por este calor. Y no por el calor en sí, eh, no me confundan con un cualquiera más, está bien que haga calor, pero este calor es un poco más que el que debidamente nos merecemos, que el calor que debería hacer por naturaleza. Y usted dirá, ¿Por qué no se compra un aire acondicionado, hombre, y se deja de romper? Y es a eso  justamente a lo que me refiero. Es eso justamente lo que me tiene cruzao. No es solamente que no puedo, es, además que no  quiero. ¿Usted sabe acaso como funciona un aire acondicionado? ¿Usted se cree que enfría  el interior de la casa? No m'hijo, eso no existe. La casa se termina enfriando, es cierto, pero no son métodos mágicos. Lo cierto es que el aparato chupa el calor de adentro y lo tira par

Empatía musical

Los violines y los violonchelos discutían enardecidos, en respuestas cada vez más cortas y violentas, acercándose juntos a ese punto de tensión en el que todo parece a punto de derrumbarse, entre cuerdas rotas y cajas deformadas por la presión. Pero nada de esto sucede. En cambio los timbales intervienen con su ritmo pesado y seguro, redoblando con el sonido sordo del trueno, llevando la melodía hacia su próximo movimiento. Y justo cuando los bronces respondían gloriosos cual clarines de guerra a cada brecha dejada por las cuerdas, justo en ese momento, como si el esfuerzo hubiera sido demasiado, todo cayó, y se calló. Ningún acorde final sostenido por la orquesta entera, ningún cierre a la armonía previa, sólo silencio y decepción. Habría estado terriblemente enojado con Beethoven si éste hubiera dejado el tercer movimiento de su primera sinfonía tan inconcluso, pero lo conocía demasiado bien como para no saber que simplemente me había quedado sin batería. Resignado me saqué los ya

Lógica pura

A veces, cuando los viejos se van, dejan tras de sí una estela de anécdotas, historias y consejos, madurados por años de sabiduría y de camino recorrido. Nené solía contar, con un escondido cordobés que salía de sus raíces más profundas, las razones por las cuales no se volvería a casar: " El hombre en cuestión tendría que tener pelo, porque a mi los pelados no me gustan. Y también tendría que tener mucha plata, porque a mí me gusta viajar... y por supuesto, para poder viajar tendría que caminar sin bastón. Ahora bien, si el tipo tiene pelo, es rico, camina sin bastón y se fija en mí, es un boludo. Y yo con un boludo no me voy a casar a estas alturas."

Un pescado anecdótico

A Juan Pablo y Mike, que me enseñaron a no pescar. El abuelo pescaba. Tenía el ceño fruncido de aquel que está profundamente concentrado en su labor; el brazo tenso, esperando el inminente tirón; su mirada perdida, de aquel que adivina las formas esquivas ocultas bajo el espejo de agua matutino. Era de las pocas cosas que realmente apasionaban al abuelo. De a poco había ido dejando de tocar el piano y de leer sus largas novelas históricas, a medida que su oído y su vista lo abandonaban, pero se iba a necesitar mucho más para que dejara de pescar. La mosca había sido su compañía desde chico, y de cuando en cuando podíamos probar su experiencia, rosada y al limón. Me gustaba sentarme cerca del abuelo mientras pescaba. A veces arrancaba con un monólogo que guardaba viejos consejos y sabiduría, era como escuchar aquellas introducciones recitadas de los viejos tangos. - "Sabés que estaba pensando... a veces la gente no comprende lo que significa pescar. Hoy en día ya no es necesida

Amores prohibidos

Mi amor, hay otra en mi vida. Hace dos a ños la conocí y la estuve viendo hasta el día de hoy. No sé si será su frialdad, su dureza, pero algo en ella me atrae irresistiblemente, de una forma que no puedo explicar. Porque yo veo la cara de disgusto que pone la gente cuando les hablo de ella, pero es que no la conocen, no la entienden. Incluso a mí muchas veces me cuesta entenderla, pero es acaso esto lo que más me atrae de ella. Porque cuando llego a comprenderla, lo único que logro es enamorarme más y más. Sé cuánto la odias mi amor, sé que desearías que no pasara tanto tiempo con ella, sé que, aunque intento hablar de ella con mis amigos de un modo indiferente, adivinas el fuego detrás de mis ojos, la pasión oculta. No es que quiera escandalizarte, pero ya no puedo seguir ocultándolo. Es más fuerte que yo. Estas vacaciones estuve dos meses sin verla y aun así  no podía dejar de recordarla con ternura, de verla en cada cosa. Y es que todo me recuerda a ella. Sé que es duro mi amor, y