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Mostrando las entradas de 2013

La astronomía como arma de conquista

"Sí, lástima un poco las piedritas en la espalda, ¿no? pero te digo que acá, un poquito alejados del fogón, el cielo es un espectáculo...Sí dale, acostate acá al lado si querés, sobra un poco de manta. ¿Estás con frío?..." "Pero te decía, te alejás un poquito del fuego y no podés creer lo que es el cielo...el cielo del sur es increíble, encima de noche está siempre despejado. Y con el sonido de la guitarra por un lado y las olitas del lago por el otro...no sé, esto es vida, Nati, soy feliz." "Desde chico me encantaba encontrar constelaciones, y.....¿Cómo que no conocés ninguna? Aquella la tenés que conocer, la cruz del sur...claro, y estas tres..... jaja sí, así la llamamos acá, pero en realidad se llama el cinturón de Orion, que es la figura de un guerrero con un escudo...Mirá, esas tres son el cinturón, ¿no? y aquella brillante es la cabeza, y ése es el brazo...es como que está así con el brazo... sí, ya sé jaja es medio deforme, pero con un poco de imagina

Un realismo tremendo

Nico me había hablado toda la semana de ese juego que tenía, de un realismo tremendo decía, que no podía parar de jugarlo. Estábamos en clase de geografía con la insoportable de Verónica y el tipo estaba dibujando cosas, no sé, escenas del jueguito, el mapa de una ciudad y otras cosas. Otras veces lo veía con la mirada perdida, absorto en sus pensamientos, como si la diferencia entre las eucariotas y las procariotas no le incumbiese, y yo sabía que pensaba en volver y ponerse a jugar al jueguito ése que tanto lo viciaba. Es un vicio, eso es seguro; y es peligroso, ya lo sé, pero me tenía tan intrigado con el tema que cuando me invitó a su casa a jugar un rato tuve que decirle que sí. Tomamos un nesquik, comimos un pedazo de torta que había sobrado del cumpleaños del hermano y fuimos al cuarto de la computadora, con la laptop del viejo así jugábamos los dos. Y arrancamos. Primero tuvo que instalar el juego y armarme el personaje, todas esas cosas que yo mucho no entiendo. Pero aunque

Vandalismo

Con el cierre hasta el cuello, la capucha puesta, la práctica mochila a mis pies viajaba yo en el San Martín, mirando por la ventana la oscura noche del conurbano; noche más oscura que la porteña. Había elegido esa noche precisamente por su oscuridad, una oscuridad de luna. Los astros tienden a ser más regulares en sus movimientos que las nubes del cielo, y en ellos apoyé mi pronóstico. Así, con el sol, la luna y la tierra casi alineados sabía que la blanca pared no brillaría hoy con la luz de la luna, que es brillo de la luz del sol. Toqué la mochila a mis pies, repasando mentalmente cada uno de los objetos allí guardados. Cada uno, un objetivo específico y yo, como el más capacitado alpinista, me dirigía con ellos hacia mi destino, aquella blanca pared. Nunca me gustó que nominasen lo mío como "vandalismo", no porque no me banque aceptar lo que hago, sino porque con este nombre caigo en la misma bolsa que varias personas y actitudes que me desagradan. Quedo indistinguido

Encuentro con Otto

Hacía rato que no me podía dormir. No sé si eran las piedras debajo mío o el ruido que a veces hace el silencio, pero había algo que no me dejaba cerrar los ojos. Estuve un rato así, mirando el techo de mi carpa hasta que decidí salir a la fría noche. Había algo que me llamaba desde afuera, algo quedo y sutil como el viento entre las piedras. Abrí el cierre de la puerta, disfrutando de ese sonido tan particular, y salí pisando el frío. La luz me deslumbró. Era bien entrada la noche pero había mucha más luz de lo que uno hubiera esperado. No solo la luna iluminaba; los glaciares reflejaban la luz con un blanco que quemaba. El Tronador brilla con luz propia, dicen, y así parecía.  Un poco más adelante, sentado en un peñón sobre el vacío, se encontraba el hombre que me llamaba. Al principio pensé que era un ángel: la luz lo envolvía, y en su espalda se veían dos imponentes alas. Me acerqué lleno de curiosidad debido a lo extraño de la situación, y solo cuando estuve cerca  lo reconocí

Admirar lo bello

"Yo creo que la gente ha perdido, a través de los tiempos, un poco la capacidad de admirar lo bello. Estamos todo el tiempo tan rodeados de estimulaciones, tan acostumbrados al espectáculo que, al presentarse delante de nos algo genuinamente bello, un paisaje, un acorde, una serie telescópica , no sabemos apreciarlo como se merece. Yo creo que hay que darle tiempo a estas cosas, hay que saber reconocerlas entre sus pares comunes y mundanos, elevarlas y distinguirlas. La belleza es algo que puede encontrarse en cualquier pequeña cosa de la vida, y es algo que maravilla (o debería maravillar) al receptor, al humilde observador. Pero, si uno se pone a pensar, ¿Qué es la belleza?, no encuentra fácilmente respuesta. Creo que es una de las pocas cosas que todo el mundo puede identificar mas no definir. Así como con la matemática. Y aunque estamos hablando de algo tremendamente subjetivo, no cabe duda de que existen ciertas cosas inevitablemente bellas en sí. Cosas en la que la opinión

Gerontofobia

Hubo  un momento en que supe que estaba perdido. Fue entre medio de alguna de las canciones, después del coral de Bach, creo, mientras limpiaba de mi trombón los restos de “agua condensada”. Se escuchaban los últimos frágiles aplausos, mientras se levantaba en el aire el polvo de esas manos otrora trabajadoras y rugosas, sino suaves y delicadas. Esas que hoy eran para todos las mismas: sacos guardando piezas en desuso. Mientras respiraba a mi pesar ese aire de células muertas, revisé nerviosamente las salidas. Los geriátricos no suelen abusar de salidas, en el sentido amplio de la expresión; el salón principal contaba con una lo suficientemente grande para que pasara un cajón, con rampa para sillas de ruedas y también había otra salida más pequeña que salía a un patio interno. Nada más. Ambas estaban, según descubrí, bloqueadas. Venía calculando mis posibles salidas con mucho cuidado pero al final la cantidad de ancianos reunidos en torno a la orquesta había obligado a una abuela en

Cuando los públicos desafinan

Hay una frase que he escuchado varias veces que dice que “las hinchadas afinan”. Es cierto. La verdad es que uno está en la cancha y ve que la canción, y toda la tribuna siguen un mismo tono, bastante distinguible. Te pueden estar cantando “te vamo a matar, te vamo a matar” o “¡hijo de puta, hijo de puta!” con un brazo en alto pero no se les puede negar que siguen todos el mismo tono. Y es medio raro eso. Yo me pregunto, ¿Quién tira la primera estrofa, quién establece el tono de la canción? ¿O es un tono promedio de lo que le queda cómodo a cada pibe de la hinchada? Siempre me llamó la atención. Lo mismo pasa con el feliz cumpleaños. Por más que empiecen todos a la vez, al final queda sonando (en general) un solo tono. ¿Irán cediendo los que van en otro tono para enganchar el tono principal? ¿Y cómo se define cuál es el tono principal, digo yo? Así y todo hay públicos que desafinan. Y no desafinan un poquito, eh, desafinan para el carajo. Se pueden ver muchos ejemplos en estos nuev